jueves, 2 de junio de 2011

UN IDIOMA CRUEL

La última entrega literaria del escritor murciano Rubén Castillo, novelista, cuentista, ensayista y habitual colaborador en prensa y diversos medios periodísticos, así como profesor en el I.E.S. Vega del Thader de Molina de Segura, es una novela singular, ambientada en el espacio cibernético y fascinante, sin duda, de uno de tantos chat que hoy proliferan en medio de un caos comunicativo, en el que todos creemos estar cerca de todos, pero en el que cada cual carga con su propia porción de soledad, a miles de kilómetros tal vez los unos de los otros:  Todos los náufragos, mientras bracean y se tragan el mar, buscan con los ojos la gris esperanza de un último barco. Sabedor, desde luego, de las carencias que nos empujan a darnos a los demás en el anonimato de una pantalla iluminada,  en la que se destacan unas palabras enigmáticas como si lanzáramos una botella al mar, Rubén Castillo traza no solo una fábula sobre la esperanza de un hombre y una mujer emboscados en su propio desasosiego, sino también la metáfora de un mundo, donde el fingimiento, las trampas y la mentira adquieren categoría de valores universales: Estamos fabricándonos el consuelo del chat porque no sabemos qué hacer, ni cómo actuar, ni el color del futuro.
            Tristam y Marge son los protagonistas de esta historia dialogada, como una larga escena teatral en la que solo hallaremos palabras y silencios, sospechas, malentendidos, anhelos y un buen puñado de falsificaciones, que obligan a los personajes a representar papeles espurios, disparatados y absueltos de una verdadera humanidad.
En el fondo, si algo caracteriza a este relato absorbente es su calculada ambigüedad, la absoluta incertidumbre que provoca en el lector desde la primera página hasta arrebatarle cualquier convicción segura, como si todo estuviera tramado en el aire, en la duda, en la inconsistente naturaleza de dos seres  que se buscan sin encontrarse, porque ni siquiera ellos se conocen del todo.
Es verdad que podría aducirse un motivo superficial de mero encuentro erótico para este diálogo continuo, salpicado de pequeños textos de una belleza literaria estremecedora y bellísima: Los calendarios golpean con su inmisericordia de mazos o de péndulos. Pero si el sexo planea como una constante a lo largo del libro, nos parece, sin embargo, que solo es un pretexto para denunciar la endeblez y la fragilidad de dos almas atrapadas en el juego de sus propias palabras.
Una conciencia externa y omnipresente, un demiurgo poético mueve los hilos de estas voces que pronuncian palabras, de cuya verdad nunca estamos seguros, como no sabemos el sexo de los conversadores ni su edad ni sus propósitos reales.  Un chat, al fin y al cabo, en toda la extensión de su palabra, es una ceremonia de la confusión y una farsa, una ficción en toda regla y un fraude, pero en este chat se pone en juego constantemente la naturaleza y la condición humana, los fantasmas personales y las obsesiones privadas, la felicidad como proyecto y el fracaso como realidad: No conoces mi vida, no sabes nada de mí. Si por azar del destino nos montáramos en el mismo autobús, ni siquiera sabrías quién soy.
Rubén Castillo ha logrado con una evidente economía de medios una novela plena de sentidos, inteligente, ágil, que va conduciendo al lector con celeridad hasta su término, mientras le muestra las mil caras de de una pieza literaria a dos voces, en la que nada parece resuelto de antemano.
Con el dominio de la lengua que le caracteriza, con el conocimiento de las pasiones humanas y de las debilidades, el escritor murciano construye una entrevista a ciegas entre dos personajes enardecidos y complejos, en el vacío virtual de un territorio de cables infinitos, cuyo final no es otro que la noche:   La noche, a veces, es un idioma cruel.
                                   Pascual García


Título: Las hogueras fosfóricas
Autor: Rubén Castillo
Editorial: Ediciones Baladí



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